
Sus manos se deshacen en las cuerdas, se queman y expanden. Colisión inminente de sus huellas que como árboles, como raíces trepan por el aire, trepan por los alambres y lo cubren todo.
Su voz se desarma, su garganta se desangra entre agudos y cae a borbotones hasta el suelo y hasta mi. Ardiendo camina por mis mejillas hasta llegar al fin del mundo.
Quisiera ser capaz de retratar el sonido del choque, el golpe contra la madera, el galope de las palabras y lo atropellado de sus dedos.
Poder mostrar la caricia de sus pestañas cuando sonríe, cuando sabe que tiene algo que me interesa y la caída vertiginosa de su pelo mientras canta.
Si pudiera llevar al mundo a ese instante todo sería simple, todo tendría sentido.