
Si así fuera y tuviera todo el tiempo, infinito y más, me perdería en las curvas de los caminos. Me escondería de las verdades y de las obligaciones siguiendo al deseo hasta sus límites con la perversión.
Estoy atada a lo material, aún unida al mar y su comodidad, a los besos de marineros que se fueron y a un pasado moral que me condena. Me contiene.
No quiero aprender a ser formal y cortés, quiero aprender libre, sin esperas ni atrasos, viajar libre como perro vago y supersónico, estirar el tiempo para que todo calce, que el amor se expanda y corra y vuele por lo eterno.
Los años que quedan de deber pueden pasar rápido con intervalos de locura y luego a amasar las horas y los meses. Nada serio, nada de muerte, pura, colisión de partículas y vida corriendo por los caminos, regada sobre el pavimento que arde.
Tantas palabras por decir, caricias al aire cuya respuesta aún desconozco. Estoy juntando las agallas, esperando el momento en que todo se una al cosmos y me abofetee en la cara con mi futuro, mi destino y su contradicción con mis elecciones.
Siento el cambio venir, el giro de mi piel, el calor en mis dedos. Poco a poco voy soltando tus besos de mis manos, ahora y ayer estoy más libre. Ahora como ayer y mañana y mil años más, estoy donde tengo que estar. Las letras en mi destino llegaron cuando debido y mis ojos se abrieron a tus nuevas ideas.
Los temas grandes con palabras que resuenan en la garganta y brotan con la delicadeza de una piedra de río. Pero lo opuesto, la inmadurez y dulce rebeldía, la irresponsabilidad y las aventuras nocturnas son terribles, caóticas, nunca aptas para ti.
Aveces dudo que las ataduras sean de otros, muchas veces es mi propia cabeza la que reniega de la noche y abre las cortinas y apaga los cigarros.
aveces, aveces tengo miedo.
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