Por su cabeza corrió una gota azul partiéndolo en dos. Dos caras. El alfa y el omega. Su boca se abrió, y por un segundo nos miramos. Adán y Eva sin manzana ni serpiente. Un segundo, luego su boca se azotó contra la boca de ella. Un segundo. La luz sigue reflejándose en el piso y volvemos a cero.
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