27 de junio de 2012

meses

Cuando me siento sola me quedo mirando la pared. Me regocijo en la infinitud de mi propia ausencia ¿o será en la totalidad de mi presencia? Sólo estoy yo con o contra el mundo. Sola profundamente. Sola bien y sola mal, sola independencia y sola añoranza. Recorro las calles llenas de nombres que parecen familiares pero que no reconozco, como si la mera forma del nombre no alcanzara a aclarar a la persona.

Símbolos de gente que alguna vez fue gente.

En momentos soy ojos y nada más que ojos o, mejor dicho visión. No tengo control de lo que mi cuerpo hace, soy una máquina de la realidad y, sin embargo, soy una idea. Una pobre e impotente idea. Me re-creo en las expectativas e historias que los demás tienen de mí. Y transitan mi lengua cuentos que existen para la máquina, cuentos superficiales que no son mentiras pero tampoco son verdad.

Ando como fantasma por el mundo, un fantasma que se deshace en sus propias ganas de existir. Ganas ganas ganas. Hundirse en la nada. Transformarse en aire, en nota, en bandoneón y quizás ser desempolvado para una fiesta que no volverá a ser.

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