5 de diciembre de 2011

Astrid

Astrid primero pensó que sería caballito de mar rosa, estética y libre. Pero los hilos desdibujaron ese destino de la mesa. Cuando vió las puntas de género plateado pensó en ser delfín dueña de superficies y profundidades, placer por montones y un solo gran amor, se sentía orgullosa de ser una "idealista del mar" pero las tijeras cercenaron parte de su grandeza y a fin de cuentas, cuando tuvo el valor suficiente para abrir los ojos, era una estrella de mar.


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