Nada es inalterable y sin embargo, rezamos cada noche sin sospecharlo por la permanencia del mundo que entendemos, mejor, que creemos entender.
Espero en algún momento dejar de pedir lo estático, soñar con el caos, desearlo entre mis brazos y así, entonces, absolutamente nada tendrá importancia y seremos realmente libres.
Transito entre los dos mundos como con acceso liberado pero no soy capaz de quedarme ni de pertenecer a ninguno. La infelicidad recorre mis venas al caminar y caigo en los abismos sin saber que pasó. Quizás estoy ciega y no veo los accidentes por venir, quizás estoy sorda y no escucho los gritos de advertencia, quizás no huelo el peligro, quizás no tanteo los caminos por los que ando o quizás no sé pedir armas para enfrentarme al mundo.
Cuando creo en el caos me hundo en la inacción pues nada tiene sentido pero cuando creo en el orden y en los límites, me aterro.
Sigo donde antes estuve.
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