29 de mayo de 2012

Lu

Es tarde y la vida parece no existir fuera de este departamento. Como tantas noches me quedo pegada frente al computador intentando hacer miles de cosas y logrando ninguna pero justo llega el momento de lucidez. Despierto. Nunca estuve dormida, quizás muerta.

Dicen que después de la tormenta viene la calma y tal vez me engaño pero ya me siento bien. No hay perfección, ni olvido. Sí hay amor, del amor más vivo y evidente que conozco, el propio.

Y en honor a ese amor, las cosas van a cambiar.

Buen día.

6 de mayo de 2012

T

No sé si todas las cosas tengan final, quizás a nivel tiempo-espacio-universo-dios haya algo infinito pero por lo menos en el mundo humano de carne y emociones no hay nada que viva para siempre. Aveces son pequeñas muertes que van destruyendo cimientos, otras son muertes finales como esa pelea que terminó sin llanto ni protestas, sólo silencio.

Que baste con un buen par de piernas, ancladas a tierra. Las ideas que sean libres, pero los corazones atados. Mira que tratar de que vuelen termina siempre en choques contra el suelo.

Una vez tuve un perro al que quise como nadie. Era un gran amigo y confesor, se sentaba en mi regazo a escuchar mis cuentos de colegiala ingenua con su nariz húmeda y sus ojos brillantes. Pero un día que no tenía nada de especial, al volver del colegio en el mismo transporte amarillo de siempre y entrar a mi casa, olvidé ir al patio a saludarlo y olvidé que tenía cosas importantes que contarle y olvidé sus ojos que brillaban. Después de eso, estaba muerto. No muerto, pero convertido en nostalgia, en recuerdo de que había sido otra y de que había cambiado. La que era nunca volvió y el pobre perro se quedó sin amiga íntima. En reemplazo estaba la nueva que tenía mejores amigos y mejores planes para sus tardes que quedarse con él en el jardín. La nueva que ya no hablaba tanto y que se iba antes de que él pudiera dormir. La nueva que le daba comida con desgana por la molestia de hacerlo. La nueva que ya no lo quería como la otra lo quiso, que lo miraba de reojo como un peluche de infancia. La nueva para quien él era sólo una foto en blanco y negro.

Así pasa con todos. No siempre se trata de cambios, aveces heridas, aveces el paso del tiempo. Lo cierto es que no hay eternidad posible, el daño termina por oxidar todo y sin darte cuenta queda sólo polvo en tus manos.

No quiero guardar más polvo en mi historia, me cansé de juntar espinas en un cajón y me aburrí de los dolores gratuitos.

No más, señores, no más